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El Banco de España alerta de las condiciones laborales de los jóvenes

La COVID-19 ha afectado a la economía mundial prácticamente en su totalidad, aunque España se ha visto más perjudicada que el resto de países desarrollados. Esto se debe, principalmente, a que dos de los factores más importantes para la economía española han estado muy afectados por la pandemia: el turismo y las pymes.
Sin embargo, la incertidumbre sanitaria y la recesión económica que está viviendo España han afectado a un grupo de edad en concreto: los jóvenes. Según se recoge en el informe «La crisis del Covid-19 y su impacto sobre las condiciones económicas de las generaciones jóvenes» elaborado por el Banco de España, los jóvenes han presentado en 2020 una tasa de desempleo mucho mayor que el resto de la población, así como una alta tasa de individuos sin ingresos laborales: en torno al 31 y el 37 por ciento, en comparación con el 13-21 por ciento de promedio para el total de la población.
Caída en los ingresos anuales de los jóvenes
Según recoge el Banco de España, la renta media anual en los hogares de los menores de 35 años cayó desde 2007 a 2014 en torno a 8.000 euros. Los menores de 35 años han sido los más perjudicados en este período de tiempo. A pesar de que en 2018 se ha experimentado un leve repunte, y la renta anual se sitúa cerca de los 23.000 euros, este último ciclo expansivo ha sido insuficiente para recuperar los ingresos en los hogares jóvenes tras la crisis de 2007.
El ciclo expansivo tampoco ha sido suficiente para reducir la incertidumbre sobre la renta futura de los jóvenes. El grado de incertidumbre para los jóvenes de 25 años es el más alto de todos, con hasta un 60% de posible variación en la renta anual futura. Para los trabajadores de 45 años, en cambio, la máxima variación salarial prevista es de un 30%. Esto es, en definitiva, la mitad de incertidumbre que para las personas de 25 años.
Otro aspecto negativo a tener en cuenta es la situación pandémica que se está viviendo a nivel mundial. En España, la crisis sanitaria ha afectado especialmente a actividades de un ámbito más social como el turismo, muy importantes para la economía española. En estos ámbitos, los jóvenes nuevamente se ven más perjudicados que el resto, pues la presencia laboral de personas de entre 16 y 34 años en sectores como el comercio, la hostelería o las actividades artísticas es mucho más elevada en comparación con el volumen de trabajadores que hay en el resto de industrias. De hecho, únicamente los grupos de edad de entre 16-24 y 25-34 trabajan más en la industria social que en el resto de industrias.
Fuente: Encuesta sobre los efectos económicos y políticos de la COVID-19 en España, Martínez-Bravo y Sanz. 2021.
La vulnerabilidad laboral para los jóvenes
La situación contractual también es complicada para los trabajadores de entre 20 y 29 años. Por un lado, han sufrido una reducción de las horas laborables, fruto de un aumento de la tasa de parcialidad involuntaria. Por otro lado, la duración de los contratos temporales se ha visto progresivamente disminuida, pasando de casi cinco meses en 2005 a contratos de menos de tres meses en el 2017, según fuentes del Instituto Nacional de Estadística y del Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Dicha situación contractual se debe, principalmente, a una alta tasa de temporalidad en toda España, afectando especialmente a los más jóvenes. Tal y como recogen Eurostat y el Banco de España, la temporalidad de los jóvenes españoles en 2020 ha sido la más alta de los grandes países europeos, superando el 50%. España se encuentra lejos de Italia (en torno al 45%), Francia, Alemania, la Zona Euro (todas ellas por debajo del 40%) y Reino Unido (alrededor del 10%).
A causa de la elevada tasa de temporalidad y la escasa antigüedad laboral, los jóvenes no han podido beneficiarse de los ERTEs de la misma forma que el resto de trabajadores. Los datos del Banco de España informan que, de los asalariados jóvenes, en la segunda mitad de 2020 únicamente estuvieron en ERTE alrededor del 55%, en comparación con el 65 y 70% aproximado de las personas de entre 30-44 y 45-64 años, respectivamente.
Preocupación por el acceso a la vivienda y la tasa de natalidad
Las elevadas tasas de temporalidad, incertidumbre y desempleo han retrasado la edad de emancipación. Cerca del 90% de los jóvenes de 26 años seguían viviendo con sus padres en 2017, un 5% más que en la década anterior. Los datos son todavía más significativos cuando se trata de la propiedad de una vivienda. En 2017, únicamente el 7% de las personas de 29 años eran propietarias de una primera vivienda. En 2005, en cambio, el 26% de las personas de 29 años fueron propietarios principales de una vivienda.
También se ha visto afectada la tasa de natalidad en los últimos tiempos. El Banco de España indica que todavía es pronto para conocer los posibles efectos de la COVID-19 en la natalidad española. Sin embargo, el INE ya ha detectado un descenso anual del 20% en los nacimientos en enero de 2021. En enero de 2017 la variación anual del número de nacimientos fue del -5% aproximadamente, es decir, 15 puntos porcentuales más que este año.
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